jueves, 9 de septiembre de 2010

19 de julio de 1545: hundimiento del "Mary Rose"

Pocos navíos del siglo XVI han alcanzado la fama de la carraca Mary Rose. En un tiempo en el que la frontera entre los navíos de guerra y los mercantes era bastante difusa, con la excepción de las galeras mediterráneas, la técnica constructiva de los buques todavía estaba lejos de engendrar las bellas, eficientes y proporcionadas formas de los buques de la edad de oro de la vela, dos siglos más tarde. Ello hace que pocos navíos de aquella época hayan trascendido en la forma en que lo hizo el Mary Rose , y en este hecho tiene que ver tanto la historia destacada del navío como el morbo que despierta su abrupto final, pero principalmente el hecho de que fue retirado del barro en el que yacía desde su hundimiento y objeto de una de las excavaciones arqueológicas que más han conseguido reflejar el mundo de la era Tudor, pudiendo sus restos ser observados en Portsmouth.

El navío en sí está íntimamente asociado al rey Enrique VIII de inglaterra, quien heredó de su padre una armada bastante discreta y un conflicto endémico con Francia. No está claro si fue el padre o el hijo el que ordenó la construcción del Mary Rose y de su gemelo el Peter Pomegranate, pero la construcción comenzó el año 1510, y fue supervisada por Enrique VIII, quien potenciaría su armada con la construcción de otros buques de gran porte, como el Henry Grace à Dieu, que se unirían a los dos que había heredado de su padre, el Revenge y el Sovereign. En 1520 los ingleses habían constituido "de facto" una "Navy Royal" permanente, antecesora de la Royal Navy. Ya apuntaban maneras. No en vano, vivían en una isla...

El Mary Rose participó en múltiples expediciones y combates a lo largo de los años siguientes, invariablemente contra los franceses y contra sus aliados escoceses. Si bien ganó una carrera entre buques celebrada en 1513 con otros 9 buques en los Downs, ello no nos debe llevar a engaño, ya que las prestaciones veleras de cualquiera de los buques de aquella época dejaban mucho que desear. Lo cierto es que sus contemporáneos coinciden en que era un buque marinero para la época.

Ello cambiaría con la gran reforma que sufrió entre los años 1522 y 1536, tiempo que pasó en reserva en Portsmouth, aprovechando un raro periodo de paz. La reforma tuvo que ver mucho con la evolución de la guerra naval, que cada vez tendía a una mayor preeminencia de la artillería, pese a que el abordaje seguía siendo el colofón de casi cualquier combate. Pero los nuevos tipos de artillería, especialmente los cañones de bronce, empezaban a tener la potencia necesaria para causar daños graves en los cascos de los buques. De esta manera, el Mary Rose fue reartillado, abriéndosele nuevas portas para los cañones, que habían empezado a usarse sólo en 1510. De todas formas, los casi 700 tripulantes que solía llevar en combate incluían casi 300 arqueros pesados, con lo que es evidente que estas armas todavía tenían un gran peso en el combate.

Con su flamante nueva artillería, el Mary Rose estaba listo para el nuevo conflicto que asolaría europa entre 1542 y 1546, coincidiendo con la disolución de las órdenes monásticas por Enrique VIII y el proceso que acabaría en la escisión anglicana. En 1545, los franceses reunieron una potente flota, incluyendo galeras mediterráneas, para desembarcar en suelo inglés. De esta forma, el 16 de julio de 1545, bajo el mando del almirante Claude d'Annebault, penetró la bahía de Solent con 128 buques, a los que los ingleses podían oponer 80, contando con el Mary Rose. Sin embargo los ingleses no contaban con galeras pesadas, al contrario que los franceses, y en las aguas calmas de la bahía éstos eran los únicos buques con capacidad para moverse al remo y por tanto doblemente peligrosos, por lo que la flota inglesa se retiró al puerto de Portsmouth.

Los franceses montaron un ataque con sus galeras pesadas el día 19 de julio de 1545, dirigido precisamente a una pequeña flotilla de 13 galeotas que eran los únicos navíos de remo de que disponían los ingleses. Sin embargo en el transcurso del ataque se levantó una brisa que permitió que el resto de la flota inglesa, con el Mary Rose al frente, saliese al encuentro de las temidas galeras. Fue entonces cuando, a punto de trabar combate con los franceses, el buque efectuó una virada incontrolada a estribor y escoró, embarcando agua a través de las portas abiertas, lo cual ocasionó que la escora se descontrolase y artillería, bagajes y todo cuanto había en su interior se desplazó hacia el lado de babor aplastando a los aterrados tripulantes que intentaban salir de las cubiertas inferiores. Sin embargo hasta los en principio afortunados que se encontraban en la cubierta se vieron atrapados por las redes antiabordaje que se habían colocado. La rapidez del desastre fue tal que sólo se salvaron entre 35 y 40 hombres de una tripulación de entre 400 y 700 hombres, la mayoría los que estaban destinados en los castillos de proa y popa o en la arboladura.

Las causas del hundimiento permanecen en el misterio. Se baraja como la más probable que las reformas sufridas hubiesen alterado el centro de gravedad y comprometido la estabilidad del buque. Algún cronista francés quiso apuntar el tanto para sus galeras, pero es poco probable. Otra teoría hablaba de que al descargar su artillería de un costado se habría producido la fatal escora, pero fue desmentida porque las posteriores excavaciones demostraron que la artillería de ambas bandas estaba cargada en el momento del naufragio. Otra aventurada teoría, basada en el estudio de los isótopos de oxígeno de los huesos de los tripulantes concluyó que éstos eran mayoritariamente originarios del sur de europa (España e Italia, concretamente), y que por tanto pudo darse una fatal descoordinación entre las órdenes del capitán, George Carew, y una tripulación extranjera y, según parece, descontenta, como por otra parte es lógico entre latinos, según el flemático anglosajón autor de tan objetiva teoría.

Con tal comienzo, la batalla no fue muy bien para las armas inglesas, ante la vista del propio Enrique VIII, que lo presenciaba todo desde el Southsea Castle. Sin embargo, las tropas francesas desembarcadas no alcanzaron resultados concluyentes, reembarcándose en Agosto.

No acabaría ahí la historia del Mary Rose. Fue objeto de una ambiciosa operación de rescate dirigida por el cuñado del rey, Charles Brandon, al poco tiempo del hundimiento. Pero fracasó por estar el casco empotrado en el lodo, rescatando sólo artillería y otros objetos. Otras expediciones fracasaron y el asunto fue aparcado hasta que se redescubrió el pecio en el siglo XIX y se extrajeron objetos usando métodos tan poco invasivos como dinamita. En 1973 empezaron los trabajos que permitieron localizar el pecio cegado por el lodo, y empezó una ardua recuperación de los objetos del interior, hasta que en 1982 se consiguió reflotar los restos del casco, que hoy se exponen en el Mary Rose Museum, cerca del amarradero del HMS Victory.

Fuentes: Wikipedia y maryrose.org

miércoles, 8 de septiembre de 2010

18 de julio de 1898: Tercer combate del Manzanillo.

No es una noticia nueva el que las diferentes fuentes sobre un mismo hecho sean divergentes según quién lo cuente. En el caso de combates o batallas, esa divergencia puede llegar incluso a que la historiografía de cada bando se atribuya para sí la victoria en un determinado encuentro. Los que seguro que no ganaron nada fueron los muertos, de uno y otro bando.

En el caso de la efeméride de hoy, la discrepancia no llega a tanto. Llama la atención sin embargo de que en la serie de enfrentamientos navales que tuvo lugar en Manzanillo, Cuba, en el marco de la guerra hispano-estadounidense de 1898, por un lado las fuentes (siempre teniendo en cuenta que por ese término entendemos las distintas webs) españolas se centran evidentemente en el primero de los encuentros, victorioso para sus armas, y por otro lado las estadounidenses califican los dos primeros ataques como meras escaramuzas centrando su atención en el tercer y definitivo combate. Es lógico, en todo caso, que cada uno cuente la historia a su manera.

En nuestro caso, nos centraremos en el tercer combate del Manzanillo, ya que fue el que tuvo lugar el 18 de julio de 1898, pero mencionando sus precedentes. En este puerto cubano se concentraban lo que hoy llamaríamos fuerzas navales sutiles o ligeras, es decir, una serie de cañoneras de poco calado, navíos ligeros escasamente armados. Concretamente los navíos de esta escuadra eran tres lanchas cañoneras, las Centinela (30 tons), Estrella (42 tons) y Guantánamo (42 tons); dos cañoneros, el Delgado Parejo (85 tons) y el Guardián (65 tons), éste último inmovilizado por avería. Un pontón, antiguo vapor de ruedas y el vetusto cañonero Cuba española, armados cada uno con un antiguo cañón de avancarga parrot de 130 mm, completaban las fuerzas navales. Las baterías de costa consistían en tres viejos cañones de 80 y 90 mm.

En todo caso, un bagaje bastante escaso. Ello no impidió que el almirante estadounidense William T. Sampson dispusiese el bloqueo del puerto y la destrucción de la flota allí basada. Para ello, vista la escasa entidad de las fuerzas enemigas, destinó una serie de cruceros auxiliares. El término crucero auxiliar estaba destinado en esta época a un buque de mediano tamaño, posiblemente reconvertido de un uso civil, armado para la ocasión, y que resultaban muy útiles en escenarios coloniales. En todo caso, se trataba de buques de bastante mayor tamaño y armamento mucho más potente que los basados en manzanillo. La escuadra de bloqueo estaría compuesta por el Hist (472 tons); el Hornet (425 tons) y el Wompatuck (462 tons).

La relación de armamento entre las flotas era la siguiente:

Escuadra española: 1 cañón de 57 mm, 3 de 42 mm y 6 de 37 mm. 2 parrot de avancarga (casi inútiles, y las referidas baterías de costa.

Escuadra estadounidense: 2 cañones de 57 mm, 5 de 47 mm, 9 de 37 mm y tres ametralladoras pesadas.

Así, por un lado, la escuadra española era más numerosa, con 6 buques, de los que 5 podían moverse, y dos pontones. en contraposición, los estadounidenses tenían 3 buques, con superioridad en artillería y el más ligero de los cuales ya desplazaba más toneladas que toda la escuadra española.

La serie de combates comenzó cuando el 30 de junio de 1898 la flotilla estadounidense se encontró con la cañonera Centinela fuera del puerto. El Hist y el Hornet se acercaron mientras el Wompatuck mantenía las distancias por su mayor calado. En un combate de corta duración, el buque español fue alcanzado repetidas veces y se vió obligado a embarrancar, aunque sería posteriormente reflotado para los siguientes combates. Los estadounidenses decidieron entonces entrar en el puerto para acabar con los buques allí atracados, pero los cañoneros que podían moverse aprovecharon su menor calado y mayor agilidad mientras los buques inmovilizados sostenían el fuego. A ello se une que la entrada al puerto, compuesta de varios canales entre cayos, hacía previsibles los rumbos de ataque, con lo que la confiada flota estadounidense fue rechazada con, teniendo que ser tomado al remolque el Hornet, inutilizado por un impacto en las máquinas.

Las cosas aún se torcieron más para los estadounidenses. La flotilla iba a ser reforzada por el crucero auxiliar Scorpion (4x47 mm) y el remolcador armado Osceola (2x37 mm), que llegaron a Manzanillo al día siguiente del combate, y siguiendo al pie de la letra las órdenes, penetraron a su vez en el puerto para destruir los buques españoles, repitiéndose la historia y recibiendo el Scorpion 12 impactos directos. La pequeña escuadra de manzanillo estába empezando a resultar un severo inconveniente.

Así que el siguiente ataque fue planeado con algo más de tino, y para asegurar las cosas, la flotilla estadounidense recibió un nuevo refuerzo, los cañoneros Wilmington y Helena. Junto con las anteriores fuerzas, los estadounidenses atacarían esta vez con 6 cruceros auxiliares y un remolcador armado. Se dividió la flota en secciones de manera que se penetrase al mismo tiempo por los tres canales de acceso al puerto e impedir asimismo que la flotilla española escapase.

Así, finalmente, el 18 de julio de 1898, el definitivo ataque estadounidense tuvo lugar a las 7 de la mañana. A lo largo de tres horas el cañoneo fue constante, pero la flotilla española no tuvo ninguna posibilidad. Todos los buques fueron hundidos, sin pérdidas para la flotilla estadounidense. El puerto permanecería sin embargo en manos españolas hasta un posterior ataque conjunto de insurgentes cubanos y buques de bombardeo estadounidenses.

En referencia al duelo de fuentes, manifestar que la versión estadounidense de la Wikipedia incurre en varios a mi entender errores, al variar el número de buques españoles entre uno y otro encuentro, cuando se trataba de una flotilla bloqueada que por lo tanto no recibió refuerzo alguno. Asimismo da una importancia desmedida a la artillería terrestre, ubicando un fuerte y una batería de costa de diez piezas en el puerto, armamento que la plaza al parecer nunca soñó con poseer. Distinto es que la precisión y regularidad del fuego que recibieron les hiciese suponer una mayor fuerza en los defensores, o que resultase inconveniente reconocer que con cinco patrulleras y cuatro cañones oxidados, la flotilla de manzanillo había escaldado en dos ocasiones a fuerzas muy superiores.

Fuentes: Wikipedia